Pedro Cayuqueo
El primer obispo mapuche
Por primera vez en la historia de la Iglesia Católica en Chile, un franciscano de origen mapuche asumirá el emblemático obispado de Temuco. Las expectativas existen y son altas.

El pasado sábado 4 de marzo el Papa Francisco nombró a Monseñor Jorge Concha Cayuqueo como nuevo obispo de la diócesis San José de Temuco, el primer obispo de origen mapuche en la historia de la capital regional. No son menores los desafíos que enfrentará la nueva máxima autoridad de la Iglesia Católica a nivel local. Nacido en Carahue y educado tanto en Nueva Imperial como en el Colegio de La Salle en Temuco, se trata de un hijo de la región, “franciscano y mapuche” como él mismo se presentó en redes sociales tras su nombramiento. No hablamos, por tanto, de un recién llegado a nuestra compleja y a ratos convulsionada realidad.
La Araucanía, desde hace décadas, por no decir más de un siglo, arrastra un conflicto no resuelto entre el Estado y el pueblo mapuche donde la Iglesia —caída en desgracia en los últimos años por la propia responsabilidad de sus autoridades y miembros— para nada es un actor irrelevante. Desde el compromiso con los derechos indígenas del obispo Sergio Contreras, clave para la creación de los Centros Culturales Mapuche a fines de la década de los setenta, a los esfuerzos de monseñor Héctor Vargas por una salida dialogada y de justicia al conflicto, la Iglesia ha jugado un rol eclesiástico y político muy importante en la región. Para bien y para mal dirán algunos, con justa razón.
Las instituciones, por muy celestiales que sean, las componen seres humanos y por ende están sujetas a equivocaciones, errores y también horrores. La Iglesia no escapa a esta realidad y varias de sus actuaciones en Wallmapu por cierto merecen ser cuestionadas. En este escenario el nombramiento de monseñor Concha asoma como una oportunidad para la propia institución. No solo es mapuche, como lo asume con orgullo, es también un sólido intelectual con estudios filosóficos y teológicos en la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctor en Ciencias Sociales en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Pergaminos tiene de sobra para desarrollar una labor pastoral y de incidencia pública que marque diferencias.
Las expectativas existen y son altas. También las dificultades que deberá sortear, desde el racismo de una sociedad polarizada a la legítima desconfianza del activismo mapuche frente a una Iglesia en descrédito. ¿Qué debe hacer al respecto? A mi juicio ser fiel al mensaje que su máxima autoridad, el Papa Francisco, ha venido predicando sobre la defensa de la naturaleza —Carta encíclica Laudato si' sobre el cuidado de la casa común— y los derechos de los pueblos indígenas a nivel global, llegando a transparentar los horrores de la propia institución que encabeza. Así lo hizo en julio de 2022 en Canadá, donde pidió "perdón por los males" cometidos en las residencias escolares indígenas gestionadas por la Iglesia.
La región de La Araucanía, desde hace décadas, por no decir más de un siglo, arrastra un conflicto no resuelto entre el Estado y el pueblo mapuche donde la Iglesia Católica —caída en desgracia en los últimos años por la propia responsabilidad de sus autoridades y miembros— para nada es un actor irrelevante.
Aislados de sus familias, su lengua y su cultura, generaciones de niños indígenas sufrieron allí abusos de todo tipo, desde golpizas, violaciones a crueles asesinatos, ello desde fines del siglo XIX hasta bien entrada la década de los noventa del siglo XX. “Pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas”, expresó el Papa frente a decenas de ex alumnos de dichos internados y en un lugar de por sí emblemático para las tribus canadienses: el antiguo internado de Ermineskin, uno de los más grandes del país emplazado en territorio de las naciones Cree al sur de Edmonton, provincia de Alberta.
A juicio del Papa Francisco, la Iglesia Católica, al ser parte de la “devastadora” política canadiense de obligar a miles de niños indígenas a educarse en internados, ayudó a destruir las culturas nativas, afectando con ello a generaciones enteras de nativoamericanos hasta el día de hoy. De esta forma el Sumo Pontífice asumió la responsabilidad de la Iglesia por la cooperación institucional que dio el Vaticano a las políticas de asimilación forzada de la población originaria, las mismas que según la Comisión de Verdad y Reconciliación de Canadá constituyeron un verdadero “genocidio cultural” contra las primeras naciones.
En la misma dirección apuntó el Papa durante su visita a Temuco en 2017, haciendo expresa referencia al conflicto entre el Estado y los mapuche. “Debemos estar atentos a la elaboración de bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Al no volverse concretos, borran con el codo lo escrito con la mano. ¡Esto es violencia porque frustra la esperanza!”, subrayó en referencia a la negligencia de los gobiernos para resolver las controversias pendientes y arribar todos, chilenos y mapuche, a una paz con justicia en la región y el país. Nadie me lo contó, me tocó cubrir su visita como periodista y recuerdo claro su mensaje: diálogo, reconocer errores, mirarse y conciliar posturas para una salida política. Que tome nota monseñor.