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  • Foto del escritorPedro Cayuqueo

Koz Koz, una tierra con historia

Un trawün realizado en Panguipulli reunió a diversos candidatos mapuche a la Convención Constitucional. El lugar elegido no fue casual. Allí, en 1907, tuvo lugar un importante parlamento.



En fechas recientes diversos candidatos y candidatas mapuche a escaños reservados se dieron cita en Koz Koz, Panguipulli. Allí expusieron sus propuestas, debatieron y concordaron contenidos que buscarán llevar a la Convención Constitucional de resultar electos. El lugar elegido no fue casual: allí en la pampa de Koz Koz tuvo lugar en 1907 un histórico parlamento que reunió a centenares de lonkos y reducciones.

Aquella junta fue liderada por el lonko Manuel Curipangui Treulén, quien se cuenta mandó a quince werkenes (mensajeros) a recorrer a caballo “más de ochocientas leguas” para invitar a otros jefes desde el Atlántico al Pacífico. El motivo fue el creciente descontento mapuche ante los abusos de colonos chilenos y extranjeros, los "recién llegados”, sumado al cómplice rol de las autoridades de gobierno.

Sabemos de esta junta gracias al testimonio de un inesperado testigo: el periodista Aurelio Díaz Meza, corresponsal de El Diario Ilustrado quien viajó desde Santiago a cubrir el evento. Su historia no deja de ser curiosa.

Aurelio Díaz nació en Talca el 13 de abril de 1879. Hijo de un soldado de la Guerra del Pacífico que nunca regresó a casa, siendo adolescente fue internado por su madre en un seminario de padres capuchinos. Si bien su vocación religiosa no prosperó, allí aprendió latín e hizo amistad con importantes miembros de la orden. De uno de ellos, el padre Sigifredo de Frauenhäusl, recibiría la invitación para reportear en Koz Koz.

Sus crónicas fueron publicadas en tres tandas y provocaron gran impacto en la capital. En ellas el periodista da cuenta del parlamento, de las delegaciones mapuche que asistieron —más de quinientos lonkos y dos mil participantes— y la infinidad de atropellos que allí, durante dos días, expusieron los presentes. El propio Díaz Meza advierte a los lectores:

“Los que tengan paciencia para llegar hasta el final se horrorizarán con los actos verdaderamente salvajes cometidos por gente civilizada contra los indígenas. El gobierno y la sociedad chilena han oído hablar de estos atropellos como quien oye llover. Ojalá que estas líneas mal hilvanadas y escritas solo para dar a conocer someramente la situación actual de la raza araucana, tengan la suerte de ser tomadas en cuenta por nuestros hombres de gobierno”.

En sus crónicas el periodista da cuenta del parlamento, de las delegaciones mapuche que asistieron —más de quinientos lonkos y dos mil participantes— y la infinidad de atropellos que allí, durante dos días, expusieron los presentes. Una verdadera “audiencia de horrores”, escribe.

En el valle de Koz Koz, siguiendo un riguroso protocolo de siglos, expusieron su palabra Curipangui, Carileu, Reucán, Naguilef, Cheuquehuala, Cheuquefilu, Catriel, Hueitra, Ayllapán, Huichalaf y Calfuhuala, entre otros lonkos. Sus exposiciones, acompañadas de múltiples afafan (vítores) por la multitud allí reunida, Díaz las describe como una “audiencia de horrores”.

"Ya hemos visto que para nosotros, los naturales, no hay justicia. Vamos a Valdivia, allá estamos diez, quince días, sin poder hablar con nadie porque todos dicen que somos cargosos. Y al último, cuando reclamamos, todo queda en nada en el juzgado. Nos piden testigos, llevamos los testigos, pagamos intérpretes, fuera de lo que hay que pagar al secretario y al último dicen que nuestros testigos no sirven. ¡Ni pagando encontramos justicia nosotros!", denunció el lonko Lorenzo Carileu.

Durante dos jornadas los asistentes denuncian con nombre y apellido a los principales usurpadores de tierras y la impunidad vergonzosa que los favorece. Todo ello Díaz Meza lo registra con sorprendente ecuanimidad. No sólo da cuenta de las denuncias, también, uno por uno, derriba los mitos racistas que en Santiago existían sobre los mapuche y sus costumbres.

“Durante todo el parlamento, con un número mayor de dos mil indios, no vi ningún borracho. ¡No hay tales!”, escribe. "Los indios que se emborrachan son los que viven cerca de las tiendas que instalan los chilenos en tierras araucanas. Pero esos indios puede decirse que no se emborrachan; los emborrachan los civilizadores, las sociedades colonizadoras", comenta Díaz Meza. También da cuenta del orden y la disciplina de los mocetones, en su mayoría “vestidos con toda decencia”, destacando a los jefes por "la limpieza de sus trajes, lujo de sus arreos y hermosura de sus caballos".

"Cuando llegamos al valle presentaba éste un golpe de vista soberbio. Todos los indios estaban montados, los sargentos cruzaban al galope el campo impartiendo las órdenes de los caciques para darnos la bienvenida y los trutruqueros continuaban impasibles sus toques cuando entramos a Koz Koz", relata. El aspecto general de aquella junta “no tenía nada de salvaje o de degenerado: era una reunión de ciudadanos que tenía mucho de imponente”, escribe Díaz Meza.

“El error en que vive la sociedad chilena respecto a la verdadera condición del mapuche y la ignorancia general que existe en lo que a ellos se relaciona, nos convence de que debemos cumplir nuestros deberes de periodistas sin escatimar sacrificios”, concluye. ¿Quiere entender el reclamo de tierras que los mapuche enarbolan en diversos puntos de Wallmapu? Lea las memorias de este valiente periodista chileno. Entenderá quiénes son las víctimas y quiénes los victimarios.


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