Lota antes del carbón
- Pedro Cayuqueo
- hace 57 minutos
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Una reciente invitación a la costa de Arauco me permitió saldar una antigua deuda: conocer la histórica ciudad de Lota. Allí confluyen diversas memorias. Una de ellas, la mapuche, es tan antigua como su carbón.

Lo reconozco y con un dejo de vergüenza; recién a mis 49 años he conocido la bella ciudad de Lota. Esta primera visita fue gracias a una invitación de la Fundación CEPAS, institución encargada de resguardar y difundir el rico patrimonio histórico de la otrora capital chilena del carbón. La verdad, excusas no tengo. Como muchos infinidad de veces transité por la ruta costera que conecta Concepción con el extremo sur de la provincia de Arauco, sin jamás salir de su bypass e ingresar a la ciudad. Error garrafal.
Lota, permítanme la licencia, debe ser de las ciudades más históricas de Chile y también de Wallmapu. Es un territorio que, además, tiene una rica historia mapuche previa a la industria del carbón. De hecho, cuando el sabio polaco Ignacio Domeyko recorrió la zona en 1845, Lota como tal ni siquiera existía: era su vecina Colcura la protagonista excluyente de todas las crónicas. Allí, dos siglos antes, los españoles habían fundado el Fuerte San Miguel Arcángel de Colcura, la primera fortificación poblada de aquella costa.
Dicha fortificación se emplazó en 1602 por orden del Gobernador Alonso de Ribera, aquel veterano de las guerras europeas creador del célebre tercio de Arauco. El fuerte sería abandonado y repoblado en diversas ocasiones según los vaivenes de la interminable Guerra de Arauco. No correría la misma suerte su vecino fuerte de Tucapel, mucho menos el primer poblado de Cañete: tras la victoria mapuche de Curalaba (1598) ambos desaparecieron por siglos, al igual que Villarrica y La Imperial, entre otras ciudadelas de aquel período.
En la memoria mapuche Lota remite primero a esta historia bélica, el Arauco legendario de Alonso de Ercilla, escenario de combates y heroicas gestas durante el primer siglo de guerra. Sin ir más lejos, allí en el Fuerte de Colcura el gobernador Pedro Porter Casanate encontraría la muerte el 27 de febrero de 1662, víctima de hidropesía. El otrora explorador y colonizador del golfo de California sería el tercer Gobernador del Reino de Chile muerto al sur del río Biobío. Se halla sepultado en la congregación jesuita de Penco.
Luego, con el transcurrir del tiempo, Lota nos remite al siglo XIX y la llamada “infiltración espontánea”, esto es, la llegada masiva de winkas o chilenos a las indómitas tierras del sur del río Biobío, los mal llamados “colonos nacionales” de la historiografía oficial. Y es que si bien algunos cruzaron la frontera de buena fe y en acuerdo con los lonkos, la mayoría lo hizo a través de negocios bastante poco santos. Esas oleadas de inmigrantes ilegales chilenos fueron las que dieron forma a los pequeños predios y también a las grandes haciendas de la provincia.
En la memoria mapuche Lota remite primero a esta historia bélica, el Arauco legendario de Alonso de Ercilla, escenario de combates y heroicas gestas durante el primer siglo de guerra. Sin ir más lejos, allí en el Fuerte de Colcura el gobernador Pedro Porter Casanate encontraría la muerte el 27 de febrero de 1662, víctima de hidropesía.
Un gran observador de esta variopinta realidad social fue a comienzos del siglo XX el escritor Baldomero Lillo. Nacido en Lota en 1867, fue tras la publicación de su primer libro Subterra (1904) que adquirió gran notoriedad en la escena literaria chilena. Hasta hoy es su obra más reconocida. Pero Lillo no solo escribió de los obreros del carbón y su dramática vida en las entrañas de la tierra, también lo hizo y de manera brillante sobre los mapuche. Lo hace en el cuento Quilapán, un relato descarnado sobre el despojo de las tierras indígenas en su natal provincia de Arauco y que incluyó en su libro Subsole de 1907.
Quilapán, el personaje principal del relato, es dueño de una hijuela ubicada en medio de las tierras que componen el extenso fundo de don Cosme, el patrón. Pronto su escasa, pero preciada tierra despierta el deseo y la obsesión del huinca quien lo acosa de variadas maneras con el objeto de concretar la venta. Pero Quilapán no lo hace. Rechaza cada una de las propuestas y sigue firme en su postura de conservar la tierra de sus antepasados. Ello obliga a don Cosme a hacer uso de otros procedimientos para apropiarse de las tierras. Hasta aquí la reseña, por favor léalo.
Fue de esta manera que más temprano que en otras zonas de Wallmapu, la parte norte de Arauco se vio prácticamente deshabitada de sus habitantes originarios. Comunidades mapuche derivadas de títulos de merced prácticamente no existen, pero sí un antiguo y más que evidente mestizaje. Es una historia que relata, también de manera brillante, pero en su caso desde la academia, el historiador penquista Armando Cartes Montory en su libro El carbón antes de Lota (2025), obra que mis anfitriones tuvieron la gentileza de regalarme. El trabajo de Cartes es generoso en datos y referencias históricas.
Relata Cartes que fue en 1844 cuando José A. Alemparte inició la explotación de dos minas de carbón en Colcura. Lo hizo comprando “en una pequeña suma a los indios de la familia de los Carbullancas, el derecho de explotar el carbón encerrado en sus dominios”. Los Carbullancas eran dueños de todo el terreno que, para 1900, formaba el pueblo de Lota y sus alrededores. Los mapuche conocían los afloramientos de carbón que existían en sus tierras y empleaban el combustible para uso doméstico, “sin más trabajo que irlo a recojer”, relata. De "descubrimiento" entonces nada.
Años más tarde, desde la zona norte, llegaría a la zona Matías Cousiño, quien asociado con los Alemparte daría inicio a toda la rica historia posterior. Si está de paso por la bella provincia Arauco no deje de visitar Lota, una ciudad patrimonial fascinante. Allí lo esperan no solo la Caleta Colcura, el Parque Isidora Goyenechea, el Museo de Lota, el Chiflón del Diablo y sus históricos pabellones transformados en acogedores hostales boutique, parte de sus tantos atractivos turísticos. También lo espera esta rica historia mapuche que les estoy relatando. Aquella de Lota antes del carbón.
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